CAMINO DE SANTIAGO. NUESTRA 8ª ETAPA. DESDE CAMIÑO DAS OCAS (ARZUA) A PEDROUZO (291 hab.). REALIZADA EL 11/8/13
15 KM
“Continua la riada: más de 125.000 peregrinos ya tienen la Compostela”. El Correo Gallego. Domingo 11 de agosto de 2013.
Flechaaaaaaa!!!.
Misa de peregrinos en la Parroquia de Santa Eulalia de Arca.
Una verdadera cena comunitaria.
A las 7:00 de la mañana ya lleva tiempo oliendo a café por el lugar, los peregrinos más madrugadores van saliendo y nosotros ataviándonos para salir. La cafetería abierta con el hospedero sirviendo desayunos, nos alegra la mañana con un buen café.
Mientras esperamos al resto, hablamos con el posadero, que nos afirma que desde aquí hay mucha gente que ya hace directamente hasta Santiago, sobre todo los ciclistas. Asegura que él nunca ha hecho el Camino pero lo conoce como el que más. Al igual que las miles de historias que lleva escuchando años de los diferentes peregrinos que han pasado por este sitio.
En la puerta, el Correo Gallego, del día, con un titular sobre “La Catedral, que custodia un tesoro en piezas únicas, recupera su esplendor“, al día siguiente descubriremos que para ver dicho tesoro, al igual que muchos otros de la Catedral, habrá que pagar.
Son las ocho, cuando emprendemos el Camino. Paseamos por el Concello de Arzúa, Parroquia de Burres, así lo marca una parada de bus urbano. A tan solo 30 Km. de Santiago de Compostela. A pesar del calor veraniego en esta zona tan húmeda la vegetación floral va decorando todo el trayecto.
Tras dos horitas de marcha, toca parar a desayunar. El bar es un tanto Heavylon, se llama “A Casa verde”, (sello 30), ponen un buen café, y un bocata con tomate y tortilla de estos que salen del plato, el que acompañamos con un trozo de empanadilla de igual tamaño, ¡grandiosa!. Fuerzas cogidas y desayuno completado.
A continuación, caminamos con Jorgiño (que así es como nos contó que le habían llamado) y Antonio, que ya nos habían cogido la vez y nos comentan que ellos no desayunan o desayunan poco, ¡madre mía , lo que se han perdido!.
Por el camino y en pequeñas hornacinas vamos dejando estampas de San Mamés, casi a la intemperie. Así lo hacemos junto a la placa in memorian de Guillermo Watt peregrino «que abrazó a Dios” en una de sus jornadas.
Sobre las 11:30, pasamos por la fuente de Santa Irene, junto a ella su capilla, del siglo XVIII, de cabecera recta y una sola nave con un pequeño campanil. La fuente tiene un pequeño monumento barroco, de 1696. Tenía en la hornacina una imagen de Santa Irene robada en 1898. Según la tradición el agua de esta fuente evita la plaga en los huertos y es buena para los niños enfermos y para los llorones. En torno a ella el 29 de junio se celebra la romería de los solteros de la parroquia. Desde el alto de Santa Irene dicen que ya se puede sentir la brisa marina. Sirva todo esto como curiosidad. Y se pueden creer que de ellas no bebimos, sería la única que se nos escapó. Santa Irene (18 hab.).
A la entrada a Arca, nos da la bienvenida un cartel sonoro, muy animado que llama bastante la atención, podríamos describirlo como elemento kitsch. Al igual que la experiencia que íbamos a vivir a continuación.
A las puertas de Arca, y por lo cerca que estamos de Santiago de Compostela, la cantidad de peregrinos aumentan a cada paso. Te encuentras con diferentes especímenes de todos los que somos. Con unos de ellos nos detenemos a conversar, tras escuchar que no hay nada exacto en cuanto a kilómetros. Días antes veníamos hablando de cómo se cuentan los kilómetros, si se marcan kilómetros exactos entre los mojones que indican lo que queda por llegar a Santiago, si las travesías contaban o no, de cómo en cada fuente que consultamos parecen marcar kilómetros diferentes. Al oír que los peregrinos estaban hablando de esto, entramos en la conversación con una señorita un tanto tosca que dice con voz despampanante:
– No hay nada exacto, no hay nada exacto. Exclama
– Eso es cierto. ¿Cómo miden los kilómetros?. Pregunto retóricamente.
Acto seguido, y no se a cuento de qué la muchacha comienza a hablar de la empresa de autobuses Alsa; que si conocía a los conductores, que si los asientos están numerados y se marca coche uno y coche dos, que si pone que salen a una hora y lo hacen minutos más tardes… Yo le continuo la conversación al conocer y haber viajado varias veces con Alsa.
– ¿Sabes cuantos coches tiene la flota Alsa?. Me pregunta.
– No. Le respondo
Respondiéndome con un número elevadísimo que parecía incluso ser exácto. Preguntándole cómo sabía eso y replicando la madre que viene detrás…
– Por internet. Ella sabe todo eso por internet.
A esto que se oye el timbre de una bici con el consiguiente grito de la muchacha de:
– Biciiiiiiiiiiiii !!!!!
Que hace que absolutamente todo el mundo se entere que viene una bici.
Y la muchacha continua hablándome de los Alsa Supreme y de su precio, a lo que yo le sigo diciendo;
– A ver, ¿Por qué un Alsa Supreme cuesta tan caro, si solo te dan una botella de agua y una bolsa de frutos secos. Sí vas en asientos individuales, pero por qué?
A lo que responde:
– Eso no lo sé. Respondiéndome con la pregunta. – ¿Tu sabes que la flota de Alsa ha comprado también yo que sé compañía?
Sí, la conversación es un tanto absurda, pero animada y divertida. Más aún cuando mirando hacia el suelo la muchacha vuelve a gritar…
– Fleeeeechaaaaaaaaaaa !!!!!!
Buen momento este que nos brinda el camino. Pequeña y, a la vez, gran personaje.
Al medio día, llegamos a Pedrouzo (291 hab.). En la entrada, el Albergue municipal, con una cola de peregrinos y mochilas que esperan más de una hora a coger sitio en el lugar tan solicitado. Aquí están, no cerca, las chicas de Madrid, con las que nos paramos a hablar, con la tranquilidad de aquel que va a lugar reservado.
Casa Maruja (Sello 31), que así es como se llama nuestro hospedaje se encuentra al final del pueblo, en una zona que se intuye nueva, construida hace pocos años y al fondo de la cual está la Ermita de Santa Eulalia.
Tras un leve descanso, salimos a comer. Nos han indicado que hay un lugar que ponen carne a la parrilla bastante bueno, pero cuando llegamos había una celebración y no hay sitio. Seguimos buscando y tanteando cartas y menús varios. Nos sentamos finalmente en uno de los muchos restaurantes que hay, este se llama Bule-Bic, que tiene por camarero a un muchacho pasado de tornas, un tanto quemado del paso de peregrinos, que incluso tenemos la sensación de que nos vacila. En fin, lo cierto es que comemos bien, su típico menú, con invitación a la postre de licor de hiervas.
Tras llenar el buche, vamos a la pensión a descansar. Pero esta era la última tarde de Camino y además la iglesia de la localidad está dedicada a Santa Eulalia, con lo que en lugar de siesta. marcho a dibujarla.
La iglesia parroquial de Santa Eulalia (sello 32), reconstruida tras el incendio que sufrió en 1896. (Los púlpitos provienen de San Nicolás de A Coruña y el retablo mayor proviene del convento de los Mercedarios de Santiago. Tiene en la cabecera una enorme concha. Se le conoce al lugar también como la iglesia de la concha. Es de una sola nave con crucero, sacristía a la derecha y habitación de almacén a la izquierda. En los pies de la iglesia el coro de madera. En ella están por supuesto varias imágenes de San Roque, la de San Isidro, la Virgen del Carmen. En la cabecera una imagen del corazón de Jesús, en el centro y a su derecha, Santa lucía, y a la izquierda, Santa Eulalia. También cuenta en su interior con una dolorosa vestida de negro y una daga clavada en su pecho. Tras un recorrido por su interior, me dispongo a dibujar su fachada.
Mientras pasa la tarde, la misa es a las 19:30 (todos los días también en italiano “eccetto Domenica”), comienza a agolparse por los alrededores de la iglesia jóvenes peregrinos. Por su puerta pasa el cura, un señor mayor vestido de sotana negra, que camina junto al sacristán. Ha salido hace un rato de la casa de enfrente. También en el muro frente a la iglesia se sientan unas hermanas vestidas de blanco, todas ellas de origen italiano. La escena es digna, al menos, de la primera mitad del pasado siglo XX.
Entre este jaleo en el que ensayan canciones de misa, marcho a buscar a los demás peregrinos, para asistir a la celebración. Esta es una celebración jovial, con feligreses de diferentes nacionalidades. Donde el Padre Nuestro que se reza en diferentes idiomas, suena eufónico. Gran parte de la misa es cantada, siendo muy bonita la eucaristía.
Al finalizar la misma nos quedamos por el templo. Hablamos con las hermanas y con el sacristán, Raúl, que tras hablarle de Santa Eulalia, de la que tenemos nosotros en la Sierra, que sacamos en romería, nos dice que allí además de la Santa Eulalia que tienen en el altar, tienen otra para prcesionarla, nos la muestra, está en la habitación que llamábamos, trastero. Ambas tallas presentan la misma iconografía, palma del martirio y libro sagrado, pero una es de madera policromada y la otra una imagen para vestir.
La tarde va cayendo, mientras que hablamos ya fuera los seis, en el muro frente a la iglesia.
Paseando por el pueblo nos encontramos con Reyes, Marta y Silvia, las chicas de Valencia, y quedamos con Antonio y Jorgiño. Buscamos un lugar para cenar juntos, y recaemos en el del almuerzo, esta vez en el interior que es donde cabemos los once. Nos atiende el mismo camarero, que sigue echando la peoná, aunque ya un tanto más calmaillo.
A eso de las 00:15 nos marchamos a dormir.
VISITAMOS
Parroquia de Santa Eulalia de Arca. De finales del siglo XIX. (Ya comentada)
ALOJAMIENTO
Pensión Residencia Maruja. Rúa Nova,9. Pedrouzo (Arca). 630 404 138
15€. Casa con tres cuartos, entradita y cuarto de baño. Estando la cocina cerrada con llave. Limpia y cómoda.
RESTAURANTE
Bule-Bic. Pensión-Cafetería-Restaurante. Avenida de Lugo, 18. Pedrouzo. Arca. Santiago de Compostela. “Facendo o Camiño”.
Comida: Menú de 1er y 2º plato, postre, pan y vino, e invitación de chupitos. 10€.
Cena: sanwich o hamburguesa, vamos otros 10€ con sus bebidas y todo.